Seguro que te ha pasado alguna vez: la urgencia por ir al baño cuando tenías un
examen, ese nudo en el estómago cuando estabas aguardando una noticia, ese
dolor en el pecho cuando alguien te hace daño con sus palabras o
comportamiento... Todo esto nos viene a demostrar de modo irrefutable que
existe una clara unión entre cuerpo y mente. Si nuestra mente sufre, nuestro
cuerpo experimenta también ese padecimiento. Es lo que en psicología llamamos
“Trastornos psicosomáticos”; y todos, absolutamente todos lo experimentamos
continuamente en mayor o menor medida.
TRASTORNOS PSICOSOMÁTICOS: CUANDO LA MENTE PADECE
Los
trastornos psicosomáticos suelen tener como base fundamental el hecho de tener
que asumir emociones muy intensas, emociones que no podemos llegar a procesar y
que las gestionamos de un modo negativo. Pongamos un ejemplo: alguien que tiene
un mal trabajo con un jefe que desprecia sus esfuerzos. La persona llegará a
casa abatido, con cefaleas, posiblemente sufra insomnio, y puede que esta
situación de estrés derive en una úlcera de estómago o en una depresión
nerviosa. Si no se actúa, si no se dice en voz alta lo que uno tiene en mente y
expresa aquello que le bloquea y le hiere, seguramente acabará enfermando.
Lo
mismo pasa si nos rompen el corazón, por ejemplo, si dejamos una relación y no
afrontamos de modo adecuado ese estado. La tristeza acabará alimentándose día
tras día de nuestros pensamientos hasta atraparnos en la habitación oscura de
cualquier enfermedad, dolencias que no tienen una base orgánica objetivada,
enfermedades producidas por la mente.
Pero
veamos qué manifestaciones clínicas pueden producir los trastornos
psicosomáticos:
-
Cardiopatías isquémicas: La tensión, la competitividad... suele derivar esta
enfermedad.
-
Cefaleas tensionales: Es la más frecuente entre la población general cuando
tenemos un problema.
- Asma
bronquial: El estrés en general y ciertos estados emocionales pueden
desencadenar crisis de asma.
-
Lumbalgias: El dolor de espalda a nivel lumbar es una de las principales causas
de baja laboral, y, casi siempre, está asociado a problemas emocionales y
tensionales.
-
Eczemas: Consiste en la formación en la piel de vesículas y costras, con gran
picor, y muchas veces asociado al estrés.
ABRIR PUERTAS: LIBERAR EL SUFRIMIENTO.
Siempre
es difícil. A menudo vivimos situaciones donde nos es complicado poder
reaccionar: necesitamos un trabajo para poder vivir, y los estados de estrés
casi siempre están asociadas a este medio, tampoco podemos controlar todos los
acontecimientos negativos que nos llegan, la vida no es un camino donde todo
esté previsto y donde la tranquilidad esté asegurada... pero debemos estar
preparados, tener armas, habilidades personales para establecer límites, para
decir en voz alta aquello que queremos, para mantener una autoestima bien
reforzada donde no permitir dejarnos caer en el abismo de la indefensión...
Es
normal sentir nervios, miedo, angustia... pero siempre en momentos puntuales y
de modo pasajero. Si esas “emociones” persisten durante mucho tiempo nuestro
cuerpo al final terminará quejándose y enfermando. Las penas interiores deben
curarse, o al menos cicatrizar para poder seguir adelante con una correcta
calidad de vida.
De
nosotros depende abrir esas puertas. En nuestra mano está la propia felicidad.